A 250 kilómetros de Madrid por la autovía de Extremadura llegamos a Trujillo, ciudad trimilenaria, cruce de los caminos por donde se gastaron las herraduras de España y de cañadas reales, de íberos, celtas, fenicios, cartagineses, romanos, bárbaros, árabes y un sin fin de guerreros y viajeros que a lo largo de la historia pudieron disfrutar del arte, como resultado de su historia y de la naturaleza que le ha tocado por su privilegiada situación, en esta vetusta Extremadura, arcón de las esencias del país más viejo de Europa.
Si llegases a Trujillo, por donde entrares, hallarás una legua de berrocales; las verrugas de sus granitos generan formas increíbles y es la cantería madre de todas las formas arquitectónicas, que engrandecen la machorra del Cabeza de Zorro, a cuyos pies, en la solana, late una vieja ciudad conservadora de fuertes experiencias.
A pesar del inexorable paso del tiempo sus calles conservan el sabor de la historia en sus fachadas, de belleza ruda y pétrea.
Estas callejuelas intrincadas esconden la mayor concentración de iglesias, palacios y casonas por metro cuadrado imaginable y en el centro de todo este conjunto la Plaza Mayor destaca sobre todas las plazas del mundo, por su majestuosidad y riqueza arquitectónica, por su viejo espíritu.
Para disfrutar de Trujillo, es fundamental conocer algo de su historia y aprender a reconocer a través de su genuina arquitectura, el paso de las civilizaciones que la han tallado en duro granito.
Se encuentra en la cima de un batolito de 5 kilómetros de diámetro, que ha surtido de materia prima las extravagancias de famosos arquitectos, como el divino Francisco Becerra arquitecto de la Conquista Americana, nobles y aventureros, reyes y obispos para todos los gustos y épocas.
Grandes familias y cohesionados gremios de artesanos y guerreros, hicieron de este enclave uno de los más importantes y ricos en distintas épocas, la Edad Media tras el esplendor de cinco siglos escasos de Islam, se truncó con una reconquista cruel, que acabó en 1492 expulsando a todo los que no comulgaran con la Cruz.
El rasero y la cruz han imperado desde entonces y fueron motor del éxodo americano, en busca de nuevos horizontes.
Trujillo fue una auténtica fábrica de conquistadores que, con más o menos fortuna volvieron a su tierra con nuevos cielos en la retina.
Para adentrarse en este rico universo de historias y leyendas, nada mejor que un buen paseo por la zona monumental o adquirir alguna publicación ilustrada.
Uno de los sitios a visitar es la Alberca, baño romano y árabe después, hasta hoy se sigue usando en verano como baño tradicional de los jóvenes.
Esta inagotable fuente de agua en lo alto del cerro, está excavada en la roca hasta 13 metros de profundidad y según cuentan los viejos del lugar sus aguas tienen todo tipo de propiedades mágicas.
La Naturaleza se guía por la altura del sol para atraer las aves migratorias de los confines africanos, que hasta mediados de verano anidan en estas latitudes.
La mas llamativa es la cigüeña blanca, urbanita descarada, asume con buen grado su contacto cercano con el hombre y se ha convertido por méritos propios en símbolo de Extremadura.
Desde Trujillo se puede viajar fácilmente en el mismo día varios destinos, como Guadalupe, Mérida,Cáceres y el Parque Nacional deMonfragüe, pero nosotros vamos a agotar estos dos dias para conocer al máximo esta pequeña ciudad.
Los jueves se celebra el Mercado desde 1465 cuando Enrique IV concedió a Trujillo ese privilegio, los puestos y el ambiente comercial se extiende por varias calles, es el dia que los ganaderos de la comarca se reúnen para hacer sus tratos.
El calendario cultural es muy variado a lo largo del año con ferias tan conocidas como La Feria del Queso y la Agroganadera.
Navidad, con el concierto de año nuevo, las procesiones de Semana Santa y Chíviri, Fiestas Patronales y de barrios durante el verano.
La marcha nocturna que también es cultura, se concentra en la calle Garcia, con unos cuantos garitos muy populares, destaca La Abadia con múltiples barras y ambientes.
Pues con éste pequeño resumen y éstas imágenes os habréis hecho a la idea de la majestuosidad de la ciudad en la que he crecido, es una joya que tenemos en Extremadura de cuyo valor, a veces no nos damos cuenta...
Silvia Mariscal Díaz
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