
EL DETERIORO DE LA EDUCACIÓN
Al modo de verde un profesor de Instituto, entre las posibles causas del patente descenso de la educación experimentado en estos siete u ocho últimos años, destacan las siguientes:
1.-La inestabilidad familiar.
Es raro encontrarse hoy con un alumno problematizado que no tenga detrás un conflicto familiar. Como es sabido, suele ser frecuente que los padres separados utilicen a sus hijos como arma arrojadiza contra la otra parte. A menudo, cada cónyuge, para atraerse a los hijos, les concede todo tipo de caprichos. De cara al futuro, el problema tiende a agravarse, pues, si hasta ahora, estos jóvenes solían disponer del refugio seguro de la familia estable de los abuelos, no parece que, al paso que vamos en España, vaya a seguir sucediendo lo mismo.
2.-La influencia negativa de algunos medios de comunicación, especialmente de la televisión.
Tal vez debería situar esta causa en primer lugar, pues gran parte de los conflictos del apartado anterior son debidos a la mala influencia de estos medios.
3.-El mal enfoque de algunas campañas.
Así por ejemplo, lo que, en principio, deberían haber sido campañas contra el SIDA, acabaron convirtiéndolas en una promoción del hedonismo. Por eso, no me extraña que España sea uno de los primeros países en casos de SIDA. Se veía venir. Del problema de la droga se podría decir algo similar. Y es que en estos campos sería muy conveniente tener en cuenta lo que oí hace tiempo: si el hedonismo se fomenta en un frente, se está fomentando, quiérase o no, en todos.
4.-La LODE, la Carta de Derechos y Deberes de los Alumnos y la LOGSE.
El que en los criterios de admisión establecidos en la LODE se suprimiese el apartado de las calificaciones, ha llevado a muchos alumnos y padres a despreocuparse de las notas, con el consiguiente bajón de la calidad de la enseñanza. Menos mal que, al menos, no se suprimió la selectividad ni la exigencia de un buen expediente para poder acceder a determinados estudios universitarios.
La Carta de Derechos y Deberes de los Alumnos (una de las leyes que mayor mal ha causado) ha venido impidiendo que las faltas se corrigiesen, en su raíz, sobre la marcha; y eso ha ocasionado que las malas conductas fuesen creciendo hasta límites insospechados. Basta que haya un solo alumno conflictivo en un grupo, para que éste se venga abajo. Y así, los caprichos y el despotismo de uno se imponen al buen hacer de los 29 alumnos restantes. Al parecer, esta es la visión social de algunos.
La LOGSE. Creo que pocas personas están en contra – y menos los profesores- de la obligatoriedad de la enseñanza hasta los 16 años; pero lo que ya es más dudoso, es la conveniencia de que todos los alumnos tengan que estudiar lo mismo (o en la misma aula). Muchos no quieren estudiar nada, y lo único que hacen es entorpecer el normal desarrollo de las clases; otros, ante contenidos de tan bajo nivel, se aburren y también se dedican a incordiar; con lo cual, las clases son hoy una especie de guirigay, en donde difícilmente se puede hacer algo serio. ¡Como para establecer la atención a la diversidad y a algunas lindezas de las que hablan algunos pedagogos!…
5.- La poca atención prestada a la enseñanza secundaria estatal por parte de determinados sectores de la sociedad, dejándola casi exclusivamente en manos “progresistas”.
A mi modo de ver, el daño que se ha hecho a la sociedad española con la mala gestión llevada a cabo en algunos organismos relacionados con la educación de la juventud. Lo que ocurre es que los efectos de una mala educación no son tan inmediatos ni tan visibles. A pesar de ello, y a pesar de que el número de alumnos que estudian en centros estatales es mayor que el de los privados, parece que a mucha gente no le preocupa lo más mínimo lo que sucede en la enseñanza estatal; y están en un grave error, pues, de poco serviría que unos padres tengan a su hijo recibiendo clases en un centro de garantía, si, luego, al salir del colegio, acaba juntándose con los jóvenes vecinos o primos que estuviesen siendo “mal educados” en otros centros.
6.-Algunos “trasplantes” realizados a la ligera.
Hay personas que, con muy buena intención, al comprobar que algunos centros privados funcionaban mejor que los públicos, copiaron de ellos algunas cosas; pero, como no captaron las verdaderas raíces del buen funcionamiento – familias estables, formación recibida fuera del colegio, atención espiritual, etc.-, se quedaron con lo superficial – mucho esquí, tutorías, psicólogos, parafernalia pedagógica, etc. – y las mejoras, lógicamente, no llegaron. Pienso que hay que tener mucho cuidado con esta forma de actuar, pues, por ejemplo:
- Tal vez sea mejor que un alumno no tenga tutor a que tenga uno que vaya Vd. a saber lo que le aconseja. No exagero: a finales de los años setenta o principios de los ochenta, algunos presentaban lo de fumar (tabaco o porro) como algo muy progresista.
- La hora de tutoría grupal, que en determinados centros privados puede dar buenos resultados, en los públicos, con las condiciones actuales, contribuye a mermar considerablemente la autoridad del profesor.
- No sé cómo funcionarán los representantes de los padres en los Consejos Escolares de la privada; pero, en la pública, teniendo en cuenta, entre otras cosas, el escasísimo número de votos que obtienen, me parece que, salvo en unas pocas cuestiones, las cosas mejorarían sustancialmente si las decisiones las tomara el profesorado.
7.-El “noctambulismo veraniego”.
Hace varios años, la mayoría de los jóvenes tenía que realizar diversas tareas durante el verano: Unos, porque ya venían desempeñando un trabajo en el campo laboral; otros, porque tenían que preparar los exámenes de septiembre; otros, porque tenían que echar una mano en el negocio de sus padres (agricultura, pequeño comercio, bar, etc. ) … Sin embargo, ahora, la mayor parte de esas tareas han desaparecido, y quedan muy pocas ocupaciones “obligatorias” para entretener a nuestros escolares durante los casi tres meses de vacaciones de verano. Esta es, a mi modo de ver, una de las causas principales que ha favorecido el que muchos de nuestros estudiantes se acuesten habitualmente a las 4 ó 5 de la mañana y no se levanten hasta la hora de comer. Un posible remedio: Como a veces el joven no entiende que su padre le obligue a levantarse para no hacer nada, sería mejor atajar el problema de manera indirecta; por ejemplo, organizando, con otros padres, actividades (inglés, informática, deportes, limpieza de los pueblos o de los montes, etc.) que comenzasen a las 10 de la mañana. Los Colegios de Licenciados podrían proporcionarles muy gustosos, supongo, los profesores necesarios.
8.-Las verborreas pseudo-pedagógicas :
A los profesores nos han llevado a perder horas y horas discutiendo bagatelas tales como si lo expresado por una determinada frase era un objetivo o un contenido. Aquí sí que sería aplicable aquello de que “por el análisis a la parálisis”. Es tal la “babel”, que, por ejemplo, con frecuencia, la evaluación de un grupo de 30 alumnos dura más de hora y media; y así, el tiempo que antes se dedicaba a la atención directa de los alumnos, ahora se malgasta en reuniones insufribles e interminables en las que no se llega a ningún acuerdo; y si se llega, raro será que este acuerdo no sea “desacordado” en la reunión siguiente.
9.-Otras causas.
Como a la mayoría de nuestros alumnos no les falta de nada, no saben apreciar lo que valen o cuestan las cosas. Si a esto le añadimos que muchos padres les consienten casi todo, no es extraño que haya un número considerable de alumnos que apenas sean capaces de realizar los más pequeños esfuerzos. No es raro oír frases en las que se viene a decir que, hoy, los hijos mandan más que los padres y, por lo tanto, en bastantes casos, suelen ser mejores interlocutores. En la Reforma Educativa, sorprendentemente, en vez de tratar de contrarrestar estas inclinaciones al aburguesamiento, se ha venido favoreciéndolas. Ya en los primeros borradores de Reforma aparecían constantemente las palabras derecho, placer, gozar, lúdico, etc. , y rarísima vez, por no decir ninguna, voces tales como servicio, sacrificio, deber o esfuerzo
Como se ve, los problemas no han surgido por casualidad. Muchos profesores ya veíamos, desde que aparecieron los primeros borradores de la Reforma, que esto -la indisciplina, las bajas calificaciones, el alcoholismo, etc. – iba a suceder; es más, si de algo nos extrañamos, es de que las cosas no hayan ido peor. Pero, precisamente por saber cuáles son las causas, no es difícil poner remedio a algunos efectos. Por eso, no es admisible la postura de los que presentan estos problemas como si hubiesen surgido de forma espontánea y fuesen irresolubles. Es claro que, dada la forma de pensar que se ha inculcado en muchos de los padres actuales, no es nada fácil eliminar las causas señaladas en los dos primeros apartados, pero sí lo es el poner remedio a los males producidos por el resto de las causas.
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